lunes, 18 de abril de 2016

Extraño



llegar a la casa por la mañana y encontrar a Walter sentado en la terraza, leyendo.

al perro acostado en su almohadita azul y cuadrada.

al gato tratando de atrapar mariposas en la red anti-mosquitos.

al gato cuando se acuesta sobre la estufa.

la grama alta en el camino a mi tienda de campaña.

la vela que enciendo para poder dormir.

cuando el viento huracanado apaga la vela y quedo en oscuridad absoluta.

la colcha que me hace estornudar mucho.

la sala de muebles rojos y suavecitos.

hacer pastel de banano para los niños.

el sonido del agua en la noche.

el sonido de la lluvia, aquella noche en la que todos tuvieron gotera, menos yo.

a Jeffrey contando un episodio de South Park imitando las voces.

el plato inmenso de fruta que desayuna Doryan.

el camino de tierra entre Tumianuma y la granja.

a Carola diciendo "me voy contiiigoo"

la sopa que no era sopa, si no que vegetales hervidos y agua.

no tener computadora, ni televisión.

las pausas que Walter hace al hablar y su risita cuando cuenta un chiste.

la noche en la que tocamos tambor en la oscuridad y éramos puro sonido.

el día en que limpiamos un pasto y Jeffrey me contó un secreto.

a los burros persiguiéndome.

el camino lleno de arañas, cuando uno va a limpiar el sistema de agua.

la tarde en la que llovió tanto y tan fuerte que Walter no pudo dar clase y vimos cómo se formaban ríos en la montaña.

cuando movimos las piedras enormes y me aplasté un dedo.

usar el machete para cortar el árbol que bloqueaba el camino y sentirme débil y súper-poderosa al mismo tiempo.

a Jeffrey cuando decidió caminar descalzo por todas partes.

a los gatos despertándome en la noche.

el puré de papa con mantequilla de maní.

a Cristian y su gorrito blanco y su sonrisa y su tono de voz tan serio cuando habla inglés.

a los niños bajando macadamias del árbol.

a Gordon y Carola subiéndose en mí como si yo fuera un árbol.

el día en que recogimos caca de vaca para fertilizar la tierra y hacer nuevas camas.

a Leila sacándome el reloj del bolsillo.

cuando me caí en el lodo y Cristian y Cornelio no se rieron de mi.

cuando clavamos la malla en el árbol y salieron gotas que parecían sangre.

cuando le ayudé a Walter a explicarle a los niños que a las gallinas hay que tratarlas con cariño.

tener las uñas llenas de tierra y los brazos llenos de picadas.

cuando hice el almuerzo por primera vez y enchilé a todos.

la vez que ayudé a Doryan a cocinar y me explicó cómo quería las zanahorias en barritas y el broccoli en rositas.

a Jeffrey limpiándonos con palo santo.

el día en que a Carola le sangró la nariz porque sus hermanos estaban jugando muy rudo y la abracé hasta que dejó de llorar.

el día en el que vi que habían germinado las semillas en el invernadero.

cuando Jeffrey me hizo el favor de sacar al insecto gigante, negro e indefinible de mi tienda y le dije que era mi héroe.

jugar cartas en la noche.

cocinar con Cristian en silencio.

a Carola cortando una papa y agarrando el cuchillo como si no tuviera tres años.

cuando el agua estaba tan llena de tierra, que me pregunté si iba a estar más limpia o más sucia después de la ducha.

la noche en la que el gato y yo dormimos abrazados.

ir en motocicleta con Cristian y saber que nada malo podía pasar.

atravesar el río cuando el agua está tan alta que el agua termina en las botas y suena swish swash al caminar.

el primer día, cuando cosechamos frijol de árbol.

a Doryan leyendo en el sofá.

a los niños diciendo "cierra los ojos y abre la mano" al darme moras y nueces.

hacer cuajada usando dos limones del árbol frente a la casa.

mezclar cemento y ver a Cristian haciendo caminitos con el agua.

la montaña al amanecer, mitad con sol, mitad con sombra.

ver que la tierra está llena de gusanos y de otros insectos y meter las manos de todas formas.

estar juntos en la sala, leyendo en silencio.

saber que lo que nos conecta al resto del mundo son dos caminos de tierra, saber que se pueden arruinar si llueve muy fuerte.

sentir que he llegado al límite de mi fuerza física.

a Kevin diciendo "no le pongas sal" cuando cocino, porque prefiere las cosas más simples.

revisar debajo de la cama para asegurarme de que no hayan arañas gigantes.

andar con el pantalón sucio de tierra.

la primera madrugada, cuando amanecí con los ojos hinchados de llorar y no dormir, pensando en que jamás en la vida iba a aguantar cuatro semanas en ese lugar.

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