Y lo primero que veo es una O perfecta. Una O y un halo de pelillos blancos, flotando en el viento. Y esta O y esos pelillos flotantes pertenecen a una mujer miniatura. Y cuando la O se cierra y se convierte en una I horizontal, la mujer miniatura abre ojos verdes, así de redondos como antes la boca a medio ronquido. Y ojos verdes o grises buscan al hombre, también miniatura, sentado al otro lado de la mesa, con el lápiz en la mano y las postales en la mesa.
Y a veces los encuentro, se sientan juntos y resuelven crucigramas y murmuran y se miran, y si no se miran, se sienten o se saben. Y si caminan, caminan juntos y parecen dos figurillas arrugadas y encogidas, de pasos cortos y lentos y cortos y lentos en unísono, ella levemente detrás de él.
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