domingo, 31 de agosto de 2008

Fin (Nr.1)

Y luego llega el momento en el que todos se van. Sucede poco a poco, se van borrando como algo que se arranca a la fuerza (uno todavía se pregunta por qué no llegaron a la fiesta). Van quedando cada vez menos, se fugan como algún líquido que se intenta retener con las manos. Van quedando pocos, los indecisos, los que necesitan más tiempo, confianza, madurez… los que necesitan todavía un destino, o el camino hacia él, como yo. Se despiden con ese abrazo que no te dieron en todo ese tiempo que simplemente estuvieron ahí, y es en ese momento en el que, de repente, te das cuenta lo mucho que te gustaba saber que ibas a ver esas mismas caras todos los días. Lo bueno que era saber con qué palabras te iban a recibir en la mañana, saber quién no había hecho la tarea, quién se iba a comer tu almuerzo, o quién te iba a guardar un puesto si llagabas tarde al bus de la excursión. Te das cuenta que esa es la última vez que ponés un pie en esa casa. O que es bastante probable que el equipo de fútbol ya nunca juegue con los mismos jugadores, que van a ser reemplazados uno a uno hasta que termine siendo un equipo completamente diferente. Que el tiempo del que tanto hablan los adultos ya pasó y ni te diste cuenta. Que es ahora que solo queda pararse, darse la vuelta y pensar que, en realidad, nunca alguien se ha muerto de graduación. 

sábado, 30 de agosto de 2008

sábado, 23 de agosto de 2008

Algo II

Estaba tan cansada que solo me acosté. No reparé en el hecho de que lo estaba haciendo a media calle, y que un semáforo no se mantiene eternamente en rojo. Me acosté. Desde el pavimento, el semáforo parecía una creatura gigante y monocefálica que partía el cielo en dos. La gente caminaba encima de mí, todos iban con tanta prisa. El semáforo apagó su ojo rojo, encendió el verde. Ahora eran los carros los que me pasaban encima. Me fui deshaciendo, poco a poco. Parecía como si nunca hubiera tenido algo sólido debajo de la piel. Me pregunté cómo es que antes había logrado estar de pie. En la noche se paseó por ahí un peatón. Me vio, o mejor dicho, vio lo que quedaba de mí pegado al pavimento, y me recogió. Ya que mi consistencia era casi líquida, me metió en un envase cerrado. Ese envase lo metió en el bolsón que llevaba a la espalda, y ambos seguimos caminando.

jueves, 21 de agosto de 2008

Ellos quieren llegar hasta arriba


Policletos (Álex Grijelmo)

México cuenta desde hace un tiempo con unos policías que patrullan las calles de determinadas ciudades cabalgando a lomos de una bicicleta. Son la policía montada, pero no necesitan espuelas sino buenos músculos para pedalear todo el día. 
El invento no ha llegado de Estados Unidos, y se ha recibido como una creación muy particular, autóctona, hispana en definitiva. Si hubiera llegado de Estados Unidos, ya se les estaría llamando bike police, pero los mexicanos han dado en la flor de denominar a estos agentes "los policletos", nombre parecido sólo por casualidad al del famoso escultor clásico (Policleto, siglo V antes de Cristo).

Cosas que valen la pena.

-La miel

-Las canciones de reguetón con letras románticas

-Los viajes

-La playa

-El chocolate, los pasteles de chocolate, la salsa de chocolate, el sorbete de chocolate, el café recubierto con chocolate, el café con chocolate, el chocolate con café, el café.

-Los golpes accidentales, esos que sacan sangre y duelen rico

-Las chancletas

-Las películas en las que predominan uno o dos colores

-Darse a entender sin explicar nada

-Un estornudo

-Las alucinaciones justo en ese momento antes de quedarse dormido

 -Los viernes

-Harry Potter

-Palabras como “pleonasmo”

-Llorar con un perro

-Los collares con pita negra

-Besar

-El servicio a domicilio

-Las calles vacías

-Leer un e-mail

-Mancharle las manos/brazos/extremidades a alguien con plumón/lapicero/artefacto con tinta

-Los cuentos de Cortázar

-Las paredes blancas

-Scrubs

-Encontrar el pie de alguien con el propio pie

-Los ventiladores cuando hay mosquitos

-Las barbas no rasuradas

-Tachar un compromiso de la agenda

-La lluvia de la noche

-El suéter del novio

-Los llaveros con brújula

-Oír una buena canción en la radio cuando hay trabazón

-Las baterías cargadas

-Un “muy bien” del profesor de manejo

-Los aeropuertos al principio de un viaje

-Reírse sin motivo

-Estirarse hasta emitir algún sonido

sábado, 9 de agosto de 2008

Sueño

Apareció un Agosto en la tarde. Le faltaba un brazo, lo había repuesto con cera. Era perfecto, hasta creí reconocer algunos vellos en sus dedos. Ni hablar sobre las líneas en sus manos, manos de hombre suave. Era cera blanca, de la más común. Parado frente a mí dijo lo siguiente:

-Te amo.

Le respondí que me sentía sola.

-Estoy sola.

Entonces llevó su mano, la humana, hacia su bolsillo. Sacó un encendedor y lo colocó debajo de la otra mano. Su brazo se empezó a derretir. Me bañó en cera el pelo, la cara, los hombros, las manos. Estuve cubierta de él. No quemaba.